Releer la Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud, a 30 años de su firma, podría parecer un ejercicio inútil, tangencial, tras las vicisitudes y apremios que han sufrido nuestros sistemas de salud, especialmente cuando la reflexión que se pide proviene de una Fundación, la Fundación Salud Empordà, que gestiona servicios sanitarios y socio sanitarios (Hospital de Figueres, Centro Socio sanitario Bernat Jaume, Área Básica de Salud de la Escala).
Rehuyendo cualquier retórica, pienso que hay un gran conjunto de actividades que enlazan directamente con la Carta, pero que se han convertido por la interacción de los diferentes agentes del sector salud. Seguramente, el peso determinante ha sido llevado por las políticas públicas, pero el compromiso de profesionales, organizaciones, usuarios y familiares ha sido fundamental para estar donde estamos. ¿Quién puede negar que la atención primaria ha contribuido a reforzar la acción comunitaria, implicando a sus protagonistas? En nuestro encontramos ejemplos muy recientes: desde el regreso de la experiencia en el paciente, hasta el acceso a la información, como la colaboración con las entidades que tienen un protagonismo social en el campo de la salud (Desde los programas del Paciente experto en mi carpeta de salud). El Hospital también ha entrado de lleno en los engranajes derivados de la salud pública (Desde su acreditación medioambiental en la promoción de la calidad y la seguridad en sus prácticas) También lo ha hecho la atención socio sanitaria en su trabajo sobre la cronicidad y la larga estancia.
De todos modos, la crisis reciente nos ha hecho darnos cuenta como el peso de la contratación pública había terminado condicionando acciones y omisiones de la vida de nuestras entidades, relegando, en cierto modo, la más alta aspiración de la promoción de la salud hacia factores más instrumentales del conjunto del sistema. La muestra más fehaciente de este hecho se encuentra en la reflexión que ha llevado a la Fundación Salud Empordà a revisar y cambiar su misión en 2015. Allí donde antes decíamos "ser prestadores de servicios de salud" ahora decimos "ser agentes de salud”. Y el cambio no es nada menor. Nos ha servido para volver a centrar el protagonismo en los valores que inspiran nuestra profesionalidad y en la responsabilidad originaria que se deriva. Nosotros somos responsables de la salud de los ciudadanos del Alt Empordà. Desde nuestra posición hay que analizamos, investigamos y promovemos los cambios necesarios para convertirse en unos agentes activos en este horizonte de salud. Entendemos que no es delegable ni se puede postergar lo que afecta la salud en nuestro entorno.
No está siendo nada fácil salir de la crisis en las organizaciones sanitarias, sin un renovado marco de financiación. Pero en este camino, la Fundación se ha enfrascado con iniciativas que -vistas ahora- retoman el camino que la Carta de Ottawa marcó. Así:
• Estamos reforzando todos los lazos con la atención primaria y el resto de prestadores y promotores de servicios de salud y bienestar, trabajando para la implantación de nuevos modelos centrados en la persona (PIAI, etc.)
• Avanzamos en el diagnóstico de los determinantes de salud de la comarca (Demografía, inmigración, empleo, pobreza...) para analizarlos con los parámetros de salud provenientes del sistema actual
• Abriendo el hospital a los sectores sociales implicados (Ayuntamientos, asociaciones, centros educativos...) y con promoción de hábitos de vida saludable.
• Promoviendo las inversiones necesarias, más allá de la seguridad de los servicios actuales.
Este es ahora nuestro camino, 30 años después de Ottawa.