La Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 establece que "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida que asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, la ropa, la vivienda, la asistencia sanitaria y los servicios sociales necesarios ".Así se reconoce que la salud es un derecho humano fundamental, que hay que entenderlo como un derecho inherente a todas las personas sin distinción de nacionalidad, residencia, sexo, origen nacional o étnico, religión, lengua o cualquier otra condición.
En la Conferencia de Alma Ata se reafirma la visión de la salud como derecho humano fundamental y se acuerda que alcanzar el nivel más alto de salud posible para toda la población debe ser un objetivo social prioritario en todo el mundo, destacando que para conseguirlo se necesita la acción de sectores sociales y económicos y no exclusivamente del sector sanitario.
Entendiendo que el derecho a la salud es un derecho a disfrutar de facilidades, servicios y condiciones necesarios para disfrutar del más alto nivel posible de salud, debemos tener presente que un enfoque de la salud basado en los derechos humanos debe proporcionar un conjunto de principios claros para establecer y evaluar la política y la prestación de servicios de salud, identificar las prácticas discriminatorias y las relaciones de poder injustas que determinan las desigualdades en los resultados sanitarios.
Para un enfoque basado en los derechos humanos, las políticas, las estrategias y los programas de salud deben concebir expresamente que todas las personas mejoren su disfrute del derecho a la salud, con atención especial y prioritaria a las más desfavorecidas.