Pese a que dentro de la medicina, la investigación cardiovascular fue de las pioneras en el estudio papel del género, con la descripción del síndrome de Yentl en 1991, existe todavía una amplia necesidad de investigar la influencia del sexo y del género en todos los ámbitos de la atención, la enfermedad y la salud cardiovascular, de evaluar de manera sistemática y rigurosa la existencia de diferencias (por sexo, es decir de origen biológico y, por tanto estables), de desigualdades (por género, es decir, de origen sociocultural y, por tanto, cambiantes) y, incluso de discriminación, que se definiría como las acciones u omisiones que producen y reproducen desigualdades en el acceso a recursos y oportunidades en favor o en contra de un grupo social y sus miembros, basadas en prejuicios relacionados con la pertenencia a una determinada categoría en lugar de las cualidades/méritos individuales.
El estudio de la perspectiva de género debe empezar por la información y la formación que, en el ámbito cardiovascular implica difundir conocimientos claves. Por ejemplo:
- La enfermedad cardiovascular no es un problema principalmente de hombres sino que es la primera causa de mortalidad en las mujeres y, de hecho, una proporción mayor de mujeres que de hombres mueren de enfermedad cardiovascular.
- Los factores de riesgo cardiovascular no son iguales en mujeres y en los hombres ni les afectan de la misma manera.
- Las mujeres se les diagnostica de infarto de miocardio más tarde pero no necesariamente porque sus síntomas son muy distintos, como se ha difundido repetidamente, ya que la mayoría presenta dolor en el pecho, como los varones, sino por otros motivos.
- Las mujeres padecen muchos más problemas de estrés, ansiedad y depresión que los varones y eso puede influir influye en la enfermedad y en su atención.
- A las mujeres con problemas coronarios no se les atiende igual que a los varones, pero esto ocurre por muchos motivos, algunos de origen biológico (diferencias en anatomía y fisiopatología, mayor edad y enfermedades concomitantes en el debut de la enfermedad), algunos por aspectos de género y, quizás, ocasionalmente por prejuicios.
- Algunas de las diferencias que se observan entre mujeres y hombres en resultados de salud se atenúan ajustando por las diferencias biológicas como edad y comorbilidad pero otras no.
- Aspectos identificados con importante influencia de género en la atención cardiovascular a las mujeres incluyen: mayores retrasos en el diagnóstico y tratamiento; más frecuente atribución de los síntomas a causas no cardiacas, incluyendo estrés, ansiedad…; utilización de las mismas pruebas diagnósticas pese a diferencias de rendimiento diagnóstico por sexo; menor utilización de los recursos terapéuticos disponibles. Finalmente, no debe escaparse que la investigación farmacológica se realiza estudiando principalmente a los varones en los ensayos clínicos y extrapolando respuesta y resultados a las mujeres, lo que suele terminar en dosis únicas calculadas para el tamaño y metabolismo de los varones por lo que no es de extrañar que las mujeres presenten más efectos secundarios y complicaciones asociadas a los fármacos, lo que también en ocurre en el ámbito cardiovascular.
Una pregunta provocativa para terminar: ¿la atención de las mujeres por profesionales de la salud de uno u otro sexo cambia los resultados en salud de la atención a las mujeres? Esto todavía no lo sabemos, habrá que investigarlo.