La participación comunitaria para la salud: ¿una mera consulta o una co-producción de saberes y acciones?

La participación comunitaria se ha convertido en un lema central de muchas acciones y políticas orientadas a mejorar la salud de las personas. Sin embargo, también se ha convertido en una palabra simbólica, cuya puesta en práctica en muchos casos difiere de lo que significaría realmente crear espacios para favorecer e impulsar la participación de las personas.

A nivel histórico, se habla de participación en salud ya desde la conferencia de Alma Ata, en 1978, definiéndola como un derecho y un deber de las personas. A lo largo de los años, las referencias sobre la importancia de involucrar a las personas en la toma de decisiones sobre su salud han ido creciendo, primero a nivel internacional, por ejemplo, con la Carta de Ottawa para la promoción de la salud, y poco a poco, a nivel nacional y local, entrando en el lenguaje de ciertas políticas públicas y en los discursos de profesionales, sanitarios o no, que trabajan con personas de una comunidad.

Pero… ¿Qué tipo de participación se está implementando en España? Hace algunos años reflexionamos sobre cómo se estaban impulsando acciones de participación comunitaria para promover la salud en el contexto español, y nos encontramos con una escasa evidencia publicada sobre el tema(1), y con la escasa formación que se ofrecía al personal sanitario (2).

No obstante, la proliferación de políticas y acciones que hablan de incorporar a la participación comunitaria sigue aumentando. Y ¿Cómo se están haciendo?

A veces se pide la opinión a las personas sobre un programa o proyecto de salud. Esta sería una forma de consulta, y se suelen usar métodos propios de las ciencias sociales como los grupos de discusión. Se puede considerar una forma de participación, aunque sea una participación muy baja(1), siempre y cuando no sean consultas de ‘fachada’, y las opiniones que se recopilan durante el proceso se incorporan a la planificación del programa o proyecto en cuestión. Hay contextos donde una simple consulta puede funcionar: por ejemplo, en Escocia la participación comunitaria es obligatoria por ley, y los resultados de tales consultas se deben de tener en cuenta.

Otras veces se habla de usar métodos participativos para fomentar la participación. Se trata de utilizar dinámicas y herramientas que fomenten las interacciones y el diálogo, y que pueden ser utilizadas para crear espacios donde las personas puedan participar, opinar, e involucrarse en la medida que lo desean. Sin embargo, hay que preguntarse si usar métodos participativos favorece también la participación en la toma de decisiones o solamente se limita a recopilar opiniones, quedándose nuevamente en un nivel de consulta.

Y por último, en (pocas) ocasiones, se habla de involucrar a las personas para que se impliquen en los procesos de toma de decisiones sobre un programa o un proyecto de salud. Esta sería una forma de decisión-acción conjunta, o de liderazgo múltiple y compartido (1). Sin embargo, esta participación requiere tiempo, recursos, y un compromiso por parte de las instituciones para trabajar de forma horizontal con todos los actores del territorio, incluyendo a las propias personas de la comunidad. Es una forma de participación orientada a la co-producción en salud, la cual lleva incorporada la perspectiva de equidad ya que se enfoca en co-producir conocimientos y acciones de forma colaborativa con las propias personas, cuya salud estamos intentando promover (3).

¿Un ejemplo? Pongamos que en un municipio se quiere rediseñar el parque público. Podemos organizar varios grupos focales para comentar el tema con personas de la comunidad (consulta) u organizar unas jornadas públicas para recopilar esas opiniones de una forma más dinámica (consulta con métodos participativos). Si finalmente será la persona técnica del municipio la que decide cómo rediseñar el parque basándose en la información recopilada, podríamos decir que se hizo una consulta, pero no se podría decir que se llegó a implicar a las personas a participar en la toma de decisiones. Para que esto fuera un proceso realmente participativo deberíamos crear espacios de diálogos horizontales (entre las personas de la comunidad) y verticales (con las personas decisoras), para que aquellas decisiones sobre cómo rediseñar el parque sean consensuadas entre todas las partes involucradas.

En conclusión, parafraseando a la declaración de Alma Ata, fomentar la participación es un derecho y deber de las instituciones, pero es importante cuidar esos procesos participativos para que no se queden solamente en meras consultas escondidas detrás de palabras bonitas, sino que sean espacios y momentos para compartir saberes y promover la acción social.


(1) Cassetti V, Paredes-Carbonell JJ, López Ruiz V, García AMAM, Salamanca Bautista P. Evidencia sobre la participación comunitaria en salud en el contexto español: reflexiones y propuestas. Informe SESPAS 2018 [Evidence of community engagement in health in Spain: thoughts and proposals. SESPAS Report 2018]. Gac Sanit. 2018;32(S1):41–7.

(2)Juvinyà-Canal D, Espinal-Utgés S, Pertierra-Menéndez B, Rodríguez-Newey I, Gállego-Diéguez J. Descriptive analysis of training in community health engagement in Spain. Gac Sanit [Internet]. 2019 Jul; Available from: https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0213911119301475

(3)Campbell H, Vanderhoven D, et al. Knowledge that matters: Realising the potential of Co-Production. 2016; Available from: http://www.n8research.org.uk/media/Final-Report-Co-Production-2016-01-20.pdf

Viola Cassetti

Universidad Internacional de Valencia

¿Cómo citar este artículo?

Cassetti, V. La participación comunitaria para la salud: ¿una mera consulta o una co-producción de saberes y acciones?. Bepsalut [Internet]. marzo 202326. [Consultado el _____].
Disponible en: https://bepsalut.com/es/article/la-participacion-comunitaria-para-la-salud-una-mera-consulta-o-una-co-produccion-de-saberes-y-acciones/
Fecha de publicación

marzo 2023

Autor/a

Viola Cassetti

Tiempo de lectura

4 minuts

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