"Fui una niña feliz, tuve una infancia feliz. Vivía con mi familia, tuve el primer novio, éramos una familia feliz. Entonces vinieron las tropas alemanas y ocuparon Checoslovaquia, todo fue un infierno. Me enviaron a Auschwitz. Fui la única superviviente de mi familia. Estaba embarazada y el Dr. Mengele quería hacer un experimento para saber cuánto tiempo puede sobrevivir un niño sin comer. Cuando parí, dio la orden de vendarme los pechos para ver cuánto tiempo vivía el niño. "
Narración de Ruth, superviviente de Auschwitz
Introducción
Durante mucho tiempo, me ha intrigado cómo y cuándo comienza el proceso salutogénico para el ser humano; por ejemplo, cuándo se puede identificar el proceso de la salutogénesis durante la vida. Hay indicios que hacen pensar que comienza muy pronto, incluso antes de nacer, dependiendo de cómo vea cada uno el proceso. Sin embargo, parece que es un proceso de sistema. En cuanto al interés actual de la OMS en un óptimo desarrollo durante la primera infancia (ECD) y el proceso durante la vida, este tema es interesante desde una perspectiva de la salud pública y de la promoción de la salud (2013). La novedad en la promoción de la salud es la atención en la salud como recurso intrínsecamente positivo para la vida y en encontrar maneras de construir activos para tener una vida saludable en la que la comunidad o el entorno son un factor importante. Y aún más, ver la salud como un proceso de toda una vida, no como un estado, es un cambio básico de perspectiva; una diferencia fundamental desde la primera Declaración de Salud de la OMS (1986, 1948). La bibliografía de salud pública sobre los determinantes sociales de la salud habla su propia lengua y, muchas veces, se considera que las condiciones sociales negativas causan daños permanentes a todas las posibilidades futuras (2012). Es una visión determinista del desarrollo. Es evidente que estas condiciones son factores de riesgo importantes pero, más que describir sólo los factores de riesgo y sus consecuencias, sería importante tener un discurso sobre las maneras de prevenirlo. Además, el debate social determinante debería ampliarse para las otras tres dimensiones de la salud, para incluir los determinantes mentales, físicos y existenciales / espirituales de la salud. Esto no se hace en la salud pública, ni tampoco se debate sobre la relatividad real del riesgo y los determinantes negativos.
Objetivos
El objetivo de esta presentación es reconstituir un marco para los primeros datos del proceso salutogénico. Pero, antes, una pequeña introducción sobre el marco salutogénico original, la teoría del sentido de la coherencia (SOC) de Antonovsky.
La historia de la salutogénesis
La salutogénesis responde a la pregunta: ¿Qué crea salud?, y se centra, así, en mecanismos que generan y mejoran la salud. La teoría original es la teoría del sentido de la coherencia de Antonovsky (1979, 1987, 2007, 2010). Se basaba en un estudio epidemiológico de mujeres con menopausia que habían pasado por experiencias vitales estresantes; algunas eran víctimas del Holocausto; la mayoría tuvieron un mal comportamiento en comparación con la media, pero algunas todavía eran perfectamente capaces de vivir y dirigir plenamente su vida, como cualquier otra persona. Esto era una contradicción, e intrigó a Antonovsky. Unas entrevistas a fondo con estas mujeres propusieron la teoría y un instrumento de investigación, el "Cuestionario de orientación a la vida". La clave para estas mujeres era la capacidad de reorientar la perspectiva de su vida después de un episodio de estrés intenso, recoger los pedacitos, pensar y continuar la vida por un camino diferente y encontrar un apoyo constructivo para continuar la vida haciendo utilizando recursos internos o externos. La atención se centra sobre todo en la vida y la salud sirve como recurso. A esta capacidad de utilizar los recursos propios, Antonovsky la llamó "sentido de la coherencia" (SOC). Cuanto más fuerte es esta capacidad, la habilidad de gestionar la vida y todos los retos que conlleva es mejor. Desde el punto de vista de Antonovsky, esto era una visión de sistema en el que la coherencia entre los individuos y las estructuras que los apoyan, juntos, crean un sistema interactivo. Así, pues, si miramos las familias, comunidades, instituciones y la sociedad en general, podemos pensar en términos de SOC colectivo. La clave, aquí, es otra vez cómo se puede crear un sistema sostenible para apoyar la vida mediante la capacidad y el uso de los recursos disponibles. Hay que notar que el estudio original se hizo entre mujeres de mediana edad, que ya tenían experiencia y capacidad para gestionar los retos de la vida. Intento promover esta perspectiva a los inicios de la vida, la concepción, el nacimiento y la infancia.
Los pros y los contras del desarrollo en la primera infancia
El ser humano pasa por un periodo de gestación de nueve meses antes de nacer. Una vez ha nacido, en comparación con la mayoría de animales, el bebé humano es más o menos completamente dependiente de su entorno socioeconómico, psicoemocional y biofísico para poder sobrevivir y desarrollarse hacia una vida independiente. El embarazo y la primera infancia es un periodo muy sensible en el que los sistemas biológico y psicológico interaccionan íntimamente con el entorno. La neurociencia describe muy bien la vulnerabilidad del desarrollo del cerebro humano, y sugiere que unas malas condiciones externas pueden provocar daños permanentes. Un episodio de estrés intenso durante el embarazo y en los estadios vulnerables del desarrollo pueden ser devastadores para nuestra capacidad futura. Para nuestra gran sorpresa, las pruebas dicen que la genética determina mucho de nuestro comportamiento futuro; por ejemplo, si llevamos los genes de la psicopatología, esto se puede manifestar permanentemente. Por otra parte, la alimentación y el afecto pueden compensar esto hasta cierto punto, es la interacción entre la neuropsicología y las condiciones sociales. Sin embargo, aunque los genes pueden tener predisposición a la criminalidad psicopatológica (se han identificado dos de estos genes), las relaciones de cuidado y afecto de los padres u otros adultos pueden actuar de manera contraria e inducir un desarrollo constructivo en lugar de esta disposición adversa. Pero un daño prematuro al cerebro puede ser una ventana cerrada para siempre al desarrollo. Las pruebas de la neurociencia y la epigenética nos han dado luz en este tema, aunque todavía queda mucho por descubrir. Pero la teoría de la mente -la capacidad de interpretar el comportamiento, las emociones y los pensamientos de otras personas, y de entender que tienen una mente como nosotros- es una puerta abierta para entender esto. Hay una capacidad del cerebro que también se conoce como mentalización (2002, 2012). Aquí, la atención de la mente es centrarse en los pensamientos, las experiencias, las intenciones, los deseos, las expectativas y los sentimientos, y reflexionar sobre qué sentimientos hay detrás del comportamiento que se observa desde fuera. Hay varias zonas del cerebro involucradas en este proceso y esto se considera la piedra angular del bienestar mental; también funciona como factor protector en las crisis. La sensación de pensar que te entienden es fundamental para el bienestar y una sensación general de confianza y seguridad. Desarrollar esta capacidad durante la vida, especialmente en las primeras etapas, tiene una gran influencia en el desarrollo general del ser humano. Es parte del desarrollo de la personalidad, la capacidad de crear relaciones y el sentido de la empatía. Para el niño, la capacidad de reflexionar sobre las experiencias, los estados de ánimo, el humor... se desarrolla paulatinamente mediante el apoyo de los padres que tienen capacidad de mentalización. Con siete años, los niños ya tienen bien desarrollada esta capacidad. Aquí, la experiencia prematura de la interacción humana es clave; las buenas relaciones pueden mejorar la capacidad de mentalización, mientras que el estrés y los traumas la pueden afectar negativamente de forma temporal. Este proceso comienza durante el embarazo y en el desarrollo intrauterino, período en que la mentalización parental también se puede desarrollar en cuanto a la interacción con el niño. Cuando lees esto con una mente y un marco salutogénico, te es familiar! Es similar a cómo se desarrolla el sentido de la coherencia.
El origen del proceso salutogénico
En términos del marco salutogénico de Antonovsky, podríamos describir este desarrollo así: de acuerdo con la teoría del SOC, esta capacidad salutogénica se desarrolla mediante la interacción entre los recursos internos y externos (recursos de resistencia general, GRR) que, en general, o bien crean una trayectoria vital coherente, gestionable y estructurada o una capacidad de mantener este desarrollo tanto en buenas condiciones de vida como en malas. Es una capacidad de dibujar conclusiones constructivas propicias para la vida que se basan en los acontecimientos que afrontamos durante la vida y las experiencias vitales que nos forman (2016). Es una reflexión de un nivel abstracto superior que dirige la trayectoria vital. Volviendo a la primera infancia, cuando afrontamos adversidades también necesitamos sentir el apoyo de otras personas con más experiencia (padres) para dibujar conclusiones constructivas. Aquí, de nuevo, la interacción del entorno que apoya, de otros seres humanos que nos cuidan, tiene una gran importancia. Todo ello construye un proceso salutogénico y una capacidad de comprender (comprensión) lo que pasa, de encontrar maneras de gestionarlo (gestionabilidad) y de desarrollar modelos de comportamiento constructivo; y, finalmente, encontrar la motivación para moverse en esta dirección (importancia), que son los tres componentes básicos de la interpretación del SOC.
Durante la vida, vivimos toda una serie de hechos vitales diferentes, algunos de positivos que nos aportan bienestar y calidad de vida; otros de negativos y perjudiciales que podemos esconder como desengaños que pueden oscurecer nuestro desarrollo futuro. Una parte importante de este proceso es cómo afrontamos estos temas y los convertimos en experiencia de vida. Con el tiempo, podemos ajustar los hechos negativos e incluso convertirlos en experiencias constructivas. Esto puede convertirse, finalmente, en una experiencia de vida positiva. Por supuesto, existe el riesgo de que nos enfrentamos a una serie de hechos negativos, indeseados e incontrolados en un período corto, una experiencia devastadora, que puede ser la consecuencia de un gran evento negativo que nos sacuda tan fuerte que nos acabe rompiendo. Sin embargo, el evento por sí solo no es lo único importante; lo más importante es cómo vivimos la experiencia en el tiempo y cómo aprendemos a resolverla, ya sea por nosotros mismos basándonos en experiencias previas o con la ayuda de otras personas que nos pueden guiar. Esto es lo que podemos aprender de la vida: cómo afrontar estas experiencias, cómo pueden pasar a formar parte de nuestra experiencia global, y cómo podemos integrarlas en nuestra trayectoria.
Observaciones finales
Esta presentación ha presentado unas reflexiones sobre cómo comienza el proceso salutogénico en la vida. Se ha centrado en utilizar el conocimiento del desarrollo de la primera infancia y lo que conocemos sobre el ser humano para interactuar con otros seres humanos. Se ha prestado especial atención al proceso de mentalización en el desarrollo intrauterino e infantil. El proceso de mentalización puede servir de modelo para el desarrollo del proceso salutogénico en humanos. Espero que esta presentación aclare los conceptos sobre la génesis del proceso salutogénico e inspire futuras investigaciones.
"Sé que es muy duro oír esto, pero en un momento se acaba. Mírame, tuve una familia, sobreviví! "
(Ruth consolando una adolescente que escuchó su historia sobre Auschwitz.)
Referencias:
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