Contaminación atmosférica y salud infantil

En el año 2014 la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinaba que la contaminación atmosférica era la responsable del 40% de las muertes por infarto y angina de pecho, del 40% de las muertes por accidentes cerebrovasculares, del 11% de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), del 6% de las muertes por cánceres de pulmón y del 3% de las muertes por enfermedades infecciones respiratorias agudas en niños [1]. En nuestra casa el problema de la contaminación atmosférica es especialmente preocupante en la ciudad de Barcelona, donde nunca hemos conseguido bajar por debajo de los niveles máximos establecidos por la OMS. El problema, sin embargo, lo tenemos en todas las ciudades del país ya que el 80% de las partículas ultrafinas que inhalamos proviene del tráfico y es la proximidad al tráfico la que nos expone diariamente a la contaminación; sólo si nos alejamos entre 50 y 200 metros reducimos drásticamente los niveles de exposición.

Algunos de estos contaminantes tienen capacidad irritante (NO2), otras, como las PM (materia particulada en inglés) pueden entrar en el sistema respiratorio, y en el caso de las partículas ultrafinas incluso pueden entrar en el torrente sanguíneo y al trato olfatorio hasta llegar al cerebro, donde pueden causar neuroinflamación. En este sentido, uno de los impactos de la contaminación del aire que más preocupa es el efecto que tiene sobre el neurodesarrollo de los niños [2,3]. En 2011 comenzó en Cataluña el estudio BREATHE, en el que participaban 36 escuelas de Barcelona y 3 de Sant Cugat. Se midieron los niveles de contaminación atmosférica en las escuelas (fuera el patio y dentro de las clases) y se pidió a más de 2700 niños de entre 7 y 10 años hacer pruebas para evaluar la memoria de trabajo y problemas de atención. Estas pruebas se realizaron cuatro veces a lo largo de un año. El estudio demostró que al inicio del estudio los niños que estudiaban en escuelas con niveles de contaminación más altos obtenían peor puntuación que los niños de escuelas menos contaminadas. Pero además demostró que estas diferencias se acentuaban al cabo de un año (Figura 1) [4]. Por lo tanto, los niños de escuelas que se ubican en calles más contaminadas tienen una clara desventaja respecto a los estudiantes de escuelas con aire más limpio. Pero aparte de los efectos crónicos (a largo plazo), el estudio también demostró que la contaminación atmosférica puede tener efectos agudos, disminuyendo la capacidad de atención de los niños y niñas a corto plazo. En el estudio se observó que la respuesta de los niños y niñas era más lenta y menos consistente en los días con niveles más altos de contaminación atmosférica, directamente relacionada con el tráfico [5]. Es más, en el mismo estudio BREATHE se hicieron resonancias magnéticas funcionales a 263 niños. No se observaron efectos sobre la anatomía del cerebro, los metabolitos de la estructura o de la membrana, pero sí cambios cerebrales de carácter funcional que pueden interferir significativamente en la maduración funcional de la red [6].

La evidencia científica de los impactos de la contaminación atmosférica es, hoy en día, extensa y muy completa, y por lo tanto hay que tomar medidas urgentemente para reducir su exposición, centrando los esfuerzos en las ciudades, que se espera que por 2050 acojan el 75% de la población a escala mundial. Y hay que abordar la problemática y las soluciones con estrategias y políticas transversales e integrales que vayan más allá del ámbito de la salud (urbanismo, transporte, economía, educación...). En definitiva, la problemática de la contaminación atmosférica y la promoción de una buena calidad de vida y salud en las ciudades deben ser prioridad en la agenda política internacional, nacional, regional y municipal.

Figura 1. Puntuación de la memoria de trabajo de los niños a lo largo de un año en las escuelas menos contaminadas (línea continua) y en las escuelas más contaminadas (línea discontinua) (Figura reproducida de [4] bajo licencia de Creative Commons).

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Referencias

1 WHO: 7 million premature deaths annually linked to air pollution. 2014. Disponible a http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2014/air-pollution/en/
2 The WHO European Centre for Environment and Health: Review of evidence on health aspects of air pollution – REVIHAAP project: final technical report. Bonn, 2013. Disponible a: http://www.euro.who.int/en/health-topics/environment-and-health/air-quality/publications/2013/review-of-evidence-on-health-aspects-of-air-pollution-revihaap-project-final-technical-report
3 Calderón-Garcidueñas L et al. Air pollution and your brain: what do you need to know right now. Prim Health Care Res Dev 2015, 16:329–45.
4 Sunyer J et al. Association between traffic-related air pollution in schools and cognitive development in primary school children: a prospective cohort study. PLoS Med 2015, e1001792.
5 Sunyer J et al. Traffic-related Air Pollution and Attention in Primary School Children: Short-term Association. Epidemiology 2017, 28:181–189.
6 Pujol J et al. Traffic pollution exposure is associated with altered brain connectivity in school children. Neuroimage 2016, 129:175–184.

Mireia Gascon

ISGlobal, Barcelona Ctr. Int. Health Res. (CRESIB), Hospital Clínic - Universitat de Barcelona i Universitat Pompeu Fabra (UPF). Barcelona (Barcelonès).

¿Cómo citar este artículo?

Gascon, M. Contaminación atmosférica y salud infantil. Bepsalut [Internet]. diciembre 201716. [Consultado el _____].
Disponible en: https://bepsalut.com/es/article/contaminacion-atmosferica-y-salud-infantil/
Fecha de publicación

diciembre 2017

Autor/a

Mireia Gascon

Tiempo de lectura

4 minuts

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